En el fondo de mi casa había un colmenar. Allí vivía la abeja reina junto a su hija a la que amaba mucho. Se la pasaban haciéndose cariños y, por cada abrazo que se daban, se formaba un caramelo de miel.
Las obreras empaquetaban los caramelos.
Un día, la abeja reina salió del colmenar, dio un paseo entre las flores (había rosas, madreselvas, campanillas) y conoció a un zángano. Él le recitó unos poemas de amor y le propuso boda. Ella aceptó.
En el colmenar hubo fiesta. Una semana de fiesta.
Estaban las obreras que se la pasaban abrazándose, formando caramelos de miel. Había invitados de otros colmenares.
El palacio estaba adornado de color dorado. La reina lucía un vestido muy largo y tenía guantes que le cubrían los brazos. Llevaba tacones altos. La princesita estaba vestida de color plateado. El zángano llevaba frac y una galera muy elegante. Se escuchaba música clásica, se sirvieron caramelos de miel y bailaron todas las noches. Había DJ y bola de espejos.
En el momento del brindis, los novios bailaron el vals. La novia tiró el ramo de rosas amarillas y las abejas se peleaban por él. Finalmente, lo agarró la abeja reina de otra colmena que estaba soltera.
La torta era gigantesca. Tenía duraznos, frutillas, crema y mucha miel, estaba bañada de miel. Tenía cintas con dijes y sólo una, un anillo. Luego del brindis llegó la torta. Todas las invitadas solteras esperaban sacar el anillito. Lo sacó la princesita que era pequeña pero tenía a sus amiguitos en la fiesta. Los novios cortaron la torta. Luego, cambiaron la música a pedido de la princesa. Se escucharon los Jonas Brothers, Alexander Achaboy, Michael Jackson y Madonna. Los más jóvenes se pusieron a bailar y estaban muy felices. Las abejas obreras habían preparado exprimido de rosas que es riquísimo. Todos bebían.
En medio de la fiesta, las abejas, sintieron que las desgarraban. El colmenar era destrozado. Era un pequeño osito que venía a comer miel. Las que podían salieron volando. En enjambre fueron a picar al oso, pero éste no se dio por aludido y siguió comiendo miel.
A todo esto, como el colmenar quedó destruido, tuvieron que construir otro. Los invitados ayudaron en la empresa y pronto pudieron vivir felices y contentos gracias a la ayuda de sus amistades.
La abeja reina y el zángano se abrazaron formando caramelos y estaban felices por estar vivos, muchas abejas habían muerto en las garras del osito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario