Un juego de té de
porcelana Verbano con tetera, azucarera, lechera, 6 tazas y seis platos con
bandeja de mimbre de fondo negro.
En
ella tomo todos los días el té en la cama (siempre solo) y en las tardes invito
a alguien que tenga mi onda (porque dicen que soy muy Graciela Borges).
Un mate de loza
con una orquídea fileteada en oro.
Este
utensilio nunca lo uso. Siento que sería una especie de profanación, al menos
por ahora.
Una naturaleza
muerta de flores pintada en 1938 por Szklarz.
Fue un regalo por el
natalicio de mi madre. El cuadro estuvo en la familia por cuatro generaciones y
lo conservo porque fue pintado sobre las maderas de un antiguo arcón que tiene
letras serigrafiadas en holandés.
La maleta de
corte y confección con que mi abuela Maruca asistía, con sus libros, reglas,
tizas, centímetro, hilos y agujas, a las clases de corte. Era la
Cocó Chanel de la Cañada de Carrizales de los
años ’30.
Conservo todo su
contenido, incluso la magia de diseñar mi propia ropa. La valijita, con el
tiempo, la llené con fotos de antepasados, cartas y alguna que otra alhaja. Por
eso cuando vi “La lista de Schindler” lloré mucho, me sentí muy mal. Lloré y
lloré.
Después te cuento más...
Richard
Excelente, Ricardo: espero saber más del inventario. Un gusto!
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo!