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"A través de la escritura me relaciono con todo." Marcela Ramírez





miércoles, 8 de diciembre de 2010

contertulios | agustín gonzález

los peces

La historia es así, nunca pensé que me iban a gustar los peces porque no se pueden acariciar. Primera gran lección. Como dice Leda, ya no soy libre de suicidarme desde que tengo un cisne.
Sin embargo, mis peces desaparecen.
Primero hubo un círculo de tres hermosas doradas, Vicky Cristina y Barcelona, y un gran tirano blanco que abusaba de ellas, cuyo nombre bien podría ser Ayax (pero en realidad es Copo de nieve). Copo tiene problemas, como todos, pero no se derrite bajo el agua.
Primero se fue Vicky, que encontró la muerte seca en el piso del balcón cuando en realidad buscaba el cielo. Fue una muerte por asfixia. Al tiempo Cristina y Barcelona murieron de pena y Copo de nieve se las comió. Fue una etapa muy oscura para ese ogro blanco. Días y noches de expiación se sucedieron en el estanque y la soledad fue compañía.
Hasta que un día llegaron siete nuevos peces y vino el perdón. Las aguas se volvieron limpias y llovió el alimento.
Hubo entonces Copo de nieve. Hubo uno negro y plateado llamado Sombra, dos Gemelas Naranjas, una Fucsia, una Blanca y Fucsia, una Chiquita pastel blanca y naranja, una cuyos colores están tan mezclados que no tiene nombre, y uno cuyo colores son tan diluidos que el negro parece azul y el azul parece blanco. Sus vidas eran mi felicidad.

El jardinero reza una oración fúnebre. ¿Qué pasa cuando un pez muere en el agua? ¿Flota? No. Su alma podrá flotar pero su cuerpo hinchado se hunde y mientras cae es atrapado por las plantas y devorado en el fondo por sus compañeros.

Ahora faltan tres: Chiquita pastel, Blanca-y-Fucsia y Diluido ¿Tuvieron la misma suerte que Virginia o que Alejandra? ¿Se fueron volando en un pico?
Quizás el estanque, como el mundo, sea algo parecido al laberinto, y tenga también un minotauro y otra dimensión o una puerta que sea de agua y en donde transcurra el destino de los peces y de los dioses con la misma insondable suerte y la misma desgracia.





martes, 23 de noviembre de 2010

contertulios | fernando vázquez

Piedra

Piedra del desamor
impulso del movimiento (acción)
pedaleo presuroso, lanzada ansiedad
descuido de esquinas fatales
piedra caliza, voto de ricos – mentira de barro
orillas de ciudad, susto de perros al cruce
objetivo de piedra, ojos de persiana
desconfiados zombies de la noche
piedra de mesada
plato de piedra
pedregullo alineado, congestión de tránsito
ese instante perfecto! Piedrita de gomera
roca única, olvido de desierto
luz de roca que nos surca
cara de piedra, mentira bipolar
sentir que se hace roca en la espera
cantidades de confiesos, piedra que toma altura para caer
lago que aguarda
polvo de ladrillo, rubor de gritos contenidos
orgullo de piedra
entumecida resignación, hígado de piedra
piedra de ruta, noticia que nadie espera
abandono de camino
ruido de roca que se desprende para callar en el abismo.

T.


foto: estefanía laviano

martes, 16 de noviembre de 2010

contertulios | matías paoli

Quiero ser alguien en esta vida.
Quiero poder seguir adelante sin problema alguno.
Quisiera que todo en la vida fuese un poquito más fácil.
Quiero pasar por entre medio de la gente, y que esta no me ignore.
Quisiera no poder sentir esta herida interna que me desangra.
Quiero ser un hombre que decida cuando crecer.
Quisiera que no todo en esta vida se defina en un segundo.
Quisiera cometer un error del cual no me arrepienta.


Quiero olvidarme de aquel tiempo que perdí algún día, aquel que dejo un mal recuerdo en
mi mente.

 
Quiero descubrir por que el amor es tan maravilloso, por qué tiene un millón de vueltas,
por qué este nos deja con la boca abierta cada día.

 
Quiero aprender a sonreír, a ver la realidad, pero también vivir en un mundo de fantasías,
donde el tiempo no me impida volar.

 
Quiero descubrir si vale la pena seguir adelante, y no tener miedo a fallar.

 
Quisiera poder saldar mi deuda eterna, y recuperar la oportunidad que me permitiera
amar.

 
Quiero alcanzar la felicidad, aquél lugar donde el hombre común, no puede llegar.

 
Pero también quiero quedarme en el lugar donde estoy, junto a la mujer que amo, que me
permite tocar el cielo cada momento que la miro a los ojos.

 
Quisiera poder hacerla feliz, tanto como ella me hizo a mi, y poder compensarla con el
regalo mas preciado que pueda existir.

 
Quisiera despertar cada mañana, y decirme a mi mismo…

 
Hoy, yo tengo ganas de vivir.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

contertulios | rosana alcobé


Ni cubos ni naranjas

donde calzan los cubos no penetran las naranjas, ni sus cáscaras sudadas pueden escurrirse, delgadas como pieles que han perdido juventud. donde calzan cubos es inútil deslizarse, si el contorno  recuerda la luna llena en el estío, si los límites se expanden como globos de colores. donde calzan cubos no hay precisiones necesarias, ni cálculos fríos  que superen las fronteras geométricas. sólo cubos calzan donde calzan cubos.




 Paraguas para volar
 
En el cielo plomizo de otoño las nubes ya no vuelan, ni siquiera se deslizan. Pero sí vuelan los paraguas, rojos, azules, verdes, amarillos y violetas hacia lo alto y corren las mujeres, las polleras alejándose de sus piernas, los cabellos resbalando por las mejillas, acariciando los hombros y las espaldas. Las blancas manos se estiran desesperadas hacia lo alto, los ojos brillantes acompañan con su frenético pestañeo el incesante abrir y cerrar de las bocas silenciosas. Saltan los charcos, esquivan las piernas estiradas de los ancianos en los fríos bancos de cemento y siguen corriendo, cada vez más alto, cada vez más lejos de nosotros y más cerca de ellos. Todas ellas, todas féminas desesperadas por alcanzar sus paraguas, para aferrarse a ellos y finalmente volar, lejos, muy lejos hacia las nubes de otoño.


martes, 2 de noviembre de 2010

contertulios | lola garcía

los muertos*

                                           Los hombres soñamos siempre
                                           que hablamos de la muerte.
                                                                               GOETHE

Me atrevo a hablar de los muertos
como cualquier curita lo hace de la familia.
Así de fácil…
a la distancia.
Como si la distancia
fuera lo que nos distancia.
      En esta estancia
           de estar
      y dejar de estar…
Y en esa instancia
que es un instante,
y el cuerpo que insta a instalarse,
                   insólito,
                   solo.
Sol que no da más luz,
sólo da olor.
Salva.
Insalvable tempestad
que llega a todos
enhorabuena.
Nadie viene.
Todos vamos.
Y los registros de voz
que se van perdiendo;
acaso sea lo primero
que se pierde del muerto.
Acaso sea…
                       acalorado.
Y esa frialdad que te congela el alma.
El frío también quema.
A quemarropa.
Arrorró mi niño en la cuna.
Arroz en la iglesia,
Arrojado en el cajón.
Amortajado, ajado.
Enteramente roto.
Suelto.
Y no hay vuelto.
¡Quién sabe si quieren volver!
Pero no querían irse.
Asumo que los disfruté.
Anoche los soñé.
Acaso sea la viva manera
de traerlos conmigo.

Acá… el sosiego se respira.
Aunque a veces, me ahogo…

¿¡Cómo seguir diciéndole al presente
que en paz descanses!?
Acaso sea la manera de los muertos
de tenerme con ellos.
No estoy ni aquí ni allá.

Y no es mentira que tengo alas.