Capítulo I
En el condado de Tennessee
un crimen aberrante conmueve a los pobladores. Susan Finnigan, médica forense,
descubre el cadáver mutilado de una niña de nueve años de edad. Sólo esta
investigadora sabrá que el cuerpo hallado pertenece a alguien que ha vivido
doscientos años atrás.
Corría 1812 cuando
Joceline Prégot desaparecía sin dejar rastro de su paradero para luego aparecer
descuartizada en el granero de un hombre solitario, Thomas Ford. Ebrio y
anciano es culpado del crimen y ejecutado en la horca. A nadie le quedan dudas
de que El hombre que ríe es el
verdadero perpetrador del crimen.
Susan revisa en antigas
archivos y descubre un retrato de la niña. Nombres extraños lee cada noche en
sangrientas pintadas en los muros de su habitación. Pintadas que desaparecen
con cada nuevo amanecer. Nombres que, irá descubriendo, pertenecen a víctimas
del supuesto asesino. Thomas Ford luego de mutilar a sus víctimas improvisaba
en sus vientres macabras obras de arte con los apéndices extraídos.
La esforzada Susan irá
perdiendo, progresivamente, toda su familia. Su hermano George es arrojado por
un caballo, aparición mediante del maldito espíritu de Tom, y cae decapitado
contra una trilladora. Su prima, Melisa, embarazada de seis meses se desangra
en una hemorragia sin precedentes para la ciencia. Pierde a su bebé y en el
vientre de la occisa se halla el sello repugnante de Ford. Su padre John es
encontrado sin brazos ni piernas en su mecedora del asilo. Aún vivo, intenta
darle pistas a Susan pero ya es muy tarde
Capítulo II
Susan empieza a crear
expectativas para descubrir la verdad. Viaja al pueblo donde ocurrieron los
crímenes en busca de información.
Va al granero de Thomas
Ford. En el interior encuentra una puerta. Entra. La puerta se cierra de golpe.
Enciende su linterna y ve a toda su familia muerta. Los cuerpos colgaban de
ganchos, sin ojos, deformados.
Susan siente dolor,
grita, se tropieza. Logra levantarse y sentarse en una silla. Aparecen
espíritus, la rodean y la atan de las muñecas. Aparece el fantasma de Joceline
y comienza a aterrorizarla con imágenes. La tortura lentamente. La lastima
lentamente.
En su desesperación,
Susan zafa de las ataduras aunque pierde una mano. La hemorragia es imparable.
Corre por el pantano y el fantasma de la niña la persigue. Susan corre, a pesar
de la pérdida de sangre, logra atravesar el pantano. Llega a una carretera
donde es recogida por un automovilista que la lleva al General Hospital.
Es internada con graves
heridas. Los médicos tratan de curarla, debe permanecer internada. En el cuarto
vuelven a aparecer las fantasmagóricas pintadas sangrientas que se desvanecen
en el amanecer.
Llega un punto en que
los médicos dudan de su cordura. La derivan a un psiquiátrico porque no le
creen. En el loquero empiezan a suceder cosas extrañas.
Capítulo III
El psiquiátrico es un
lugar de alta seguridad. Queda en las
montañas. Es una cas grande y antigua. En otros tiempos había sido hogar de una
familia de inmigrantes cuyos integrantes, dementes, habían muerto siglos atrás.
La construcción es
oscura con grandes puertas de madera que chirrían al abrirse.
Se dice que los
fantasmas de los antiguos moradores del lugar rondan los alrededores porque no
descansan en paz. Desde el altillo de una de las torres habían arrojado un
niño.
Los esqueletos de los
fantasmas esperaban descanso.
Lo que nadie sabía era
que Joceline era la responsable de la muerte de la familia.
Cuando Susan entró en la
casona sintió un escalofrío en su cuerpo. Supo que algo ocurriría. Las
enfermeras se burlaban de ella. Compartía habitación con una anciana. La
habitación llevaba en la puerta el número 13.
Loren Pryce, la anciana,
le contó el episodio del niño arrojado de la torre y muchos otros secretos que
rondaban acerca del caso. Le contó que el presunto asesino era el abuelo del
chico. Le dijo además que su llegada al hospital era una señal. Susan era la
elegida por Joceline, la niña muerta, para dar descanso a las almas de los
espíritus.
Al anciano asesino lo
había ajusticiado el pueblo en la horca.
Susan comenzó a escuchar
golpes contra la puerta. Como de palos. Era Thomas Ford. La anciana se
desvanece volviéndose un fantasma guardián de Susan. Hay una gran lucha. El
combate levanta a las almas de su sueño y, con Joceline a la cabeza, llevan al
fantasma de Ford al abismo.
Así, el palacio volvió a
la normalidad. Joceline, finalmente, encuentra la paz y la anciana y los
espíritus del bosque se retiran al descanso eterno. El fantasma de la niña, antes
de desvanecerse, llama a Susan y le agradece su esfuerzo. Como recompensa toca
el brazo mutilado y la mano perdida reaparece.
Así, Susan vuelve a su
trabajo forense luego de descubrir el resto de los cuerpos.
Una historia terrible, perto termina bien. Me atraparon los acontecimientos y los personajes. Gracias!
ResponderEliminarRomina; gracias por compartir esta historia. Mucho talento!"El combate levanta a las almas de su sueño". GUAU!
ResponderEliminarNo me gustan las historias de terror, pero esta es atrapante.
ResponderEliminarY además, no termina como las historias de terror que no me gustan, acá por arte de magia y amor, los espíritus, la anciana, la niña y Susan, encuentran la tranquilidad y se aleja el sufrimiento.
Saludos a todo el taller, son unos genios!
gracias por los comentarios!
ResponderEliminarla escritura conjura!