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"A través de la escritura me relaciono con todo." Marcela Ramírez





martes, 26 de mayo de 2020

Palabra mirada | Lucas Di Pascuale

Desde el inicio del aislamiento preventivo obligatorio decretado por el gobierno nacional, algunos talleres del Centro Cultural "Nise" de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros están funcionando virtualmente.
GUAU! es uno de ellos. Por su especificidad, este espacio de escritura puede estar físicamente desde la voz y en la voz.


En contacto con equipos y escritorxs del taller, necesidad que más resuena es la del relato de este contexto así como el deseo del encuentro, de la comunicación. Así surge este proyecto "Palabra mirada". Convocamos a escritorxs, artistas, en fin, amigxs del taller a enviar un texto propio o ajeno acompañado por una imagen de su adentro.

En esta primera entrega, Lucas Di Pascuale comparte un fragmento de "Nuestra parte de noche" de Mariana Enríquez y una imagen, una mirada a su entorno.

Quienes quieran participar, contáctense vía hernan.camoletto@gmail.com.



–Gaspar, hijo, es agua. El río que, más adelante, tiene un agujero enorme y el agua cae y
hace ruido. Es hermoso, por eso te traje, porque es hermoso. Hay un arco iris. No hay
ningún monstruo y nunca te tiraría a un monstruo para que te lastime. Nunca. Mirá a la
gente que va para allá, ¿parecen asustados? No, porque no hay un monstruo.
El chico relajó un poco los puños, que tenía apretados, y se limpió los mocos con el dorso
de la mano.
–Te quise traer para que vieras algo hermoso –dijo Juan–. Pero si querés, nos vamos.
–¿Hay un arco iris?
–A veces hay dos y yo una vez vi tres.
Volvió a abrazar a Gaspar, que esta vez no se resistió. No le habló de nada, no quería
confundirlo. Dejó que se tranquilizaran su llanto y sus escalofríos. Le acarició la nuca.
–Podemos venir otro día. Si tenés miedo volvemos. No hay problema.
Juan vio como su hijo se limpiaba la cara mojada con la remera, un gesto que había
copiado de él.
–Vamos, quiero ver si hay arco iris, dijo Gaspar.
Juan lo llevó de la mano hasta la Garganta del Diablo. Cuando la vieron, porque era
posible ver el salto de agua a unos doscientos metros desde la pasarela antes de acercarse
al balcón, Juan sintió como Gaspar contenía el aliento y lo miraba otra vez asustado, pero
ahora no por desconfianza: lo asustaba la enormidad y la fuerza del río cayendo en picada,
el agua tan potente que era blanca y se suspendía en el aire y el ruido que obligaba a
todos a gritar si querían hablar. No lo dejó apoyarse en la baranda como hacían los
turistas. Papá, ¡no tenemos para sacar fotos!, le gritó con la cara salpicada, y Juan decidió
comprarle, más tarde, unas cuantas postales. Había dos arco iris, uno en la profundidad,
donde el agua desaparecía y se transformaba en vapor y espuma, y otro lejos, un arco iris
cortado, que alcanzaba lo más alto del monte y se desvanecía entre las ramas.


Fragmento de "Nuestra parte de noche" de Mariana Enríquez.






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