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"A través de la escritura me relaciono con todo." Marcela Ramírez





martes, 17 de diciembre de 2013

después, el silencio | aníbal brizuela

Estaba pensando que la hamaca se mueve por magnetismo. Al concentrarse uno en un objeto, lo hace mover, lo hace andar.


TELEKINESIS

Una vuelta, estaba pescando cerca del río y vi un plato volador. Me quedé asombrado porque estaba a baja altura sobre el río. Tenía forma de sopapa y no sé que hacía pero el agua hervía. Me quedé mirando, de repente algo picó, miré la caña y cuando volví a mirar hacia el plato volador, ya no estaba. No le di importancia. Dije: “serán los sabios o los químicos que andan izando globos (como acá, cerca del monte, donde suben y bajan globos –pero si yo le digo esto al médico, me responde: “¿Está seguro de lo que ve?”-).

Varias veces he visto pasar cosas luminosas que no son aviones.

¿Se querrán comunicar por telepatía?
En el Uritorco siempre hay alguien.
Toda siembra es mala, negra.
Quieren comunicarse.
Serán paranormales. Empiezan a flotar los platos, empiezan a flotar los jarros, empiezan a flotar los tenedores, empiezan a flotar los cuchillos.

POLTERGEIST

La fuerza mental rechaza el daño.

Escucho: “No te confiés de los enfermeros”.
Experimentan con el cuerpo, con los cuerpos. Las luces son rojas y azules como las luces de los platos...
Están conectados. Todo está conectado al pulmón electrónico. Todos respiramos porque ellos quieren. Somos como su sueño. Cuando no nos quieran más, nos apagan y a otra cosa.






sábado, 21 de septiembre de 2013

la malparida (fragmento) | silvia robles

Esta es mi historia.
Yo, Silvia Inés Robles, pienso, no sé bien a veces, no siempre, que vengo mal de chiquita. Dicen las malas lenguas que llevo una maldición de mis antepasados, o sea, mi abuela o mi tatarabuela (que era india y fea como la puta madre).
Yo siempre dije, la familia no se elije, viene con el combo, en cambio los amigos, sí y por suerte puedo elegir. Mis amigas son todas las chicas del Suipacha y ahora son chicas y chicos de Oliveros. Hice muchos amigos, pero tengo mis amigas del alma que viven en Buenos Aires y se llaman Azucena (ella se hace llamar Susy) y Mary.
Bueno, para no cansarlos, les cuento que tengo dos hijos: Sabrina y Walter y los amo con todo mi corazón; cuatro nietos, dos nenas y dos varones y viene otro en camino de parte de Sabri (hace poco, nos enteramos que es otra nena).
En este momento, estoy viviendo en Funes, vine hace cinco años (y ya conozco cinco hospitales de acá). Vine a cuidar a papá porque cuando murió mamá, él se casó nuevamente porque se sentía solo. Ahora se separó. Me dijo que fuera a vivir a Rosario. En diciembre se me vencía el contrato en Buenos Aires (porque alquilaba un departamento en Haedo). Entonces, decidí mudarme pero atrás mío vino Sabrina con Camila de seis años. La nena empezó primer grado en Funes y Sabri estaba embarazada de Giuliana. O sea que tengo una nieta rosarina (comegatos jaja).
Bueno, sigamos la historia de chica. A los dos años y medio, estaba sentada en la cama de mamá y me agarró un ataque de epilepsia pero mami no sabía nada, estaba sentada en su cama con un velador en la mano y pensó que me había agarrado corriente. Me lo sacó de la mano pero seguía temblando. Entonces me llevaron al médico y dijeron que era epiléptica.
Cuando tenía tres años, en casa vivían tres tías menores que mi mamá. Mi abuela las dejaba venir de Mar del Plata donde vivían por que mi mamá era la mayor de las hermanas. Un día, mi tía no me dejó abrir una lata de galletitas, me acuerdo patente que estaba sentada arriba de la mesa y mi tía, en una silla. Agarré un cuchillo y se lo quise clavar en la cabeza jaja… y digan que me lo sacó mi papi, si no se lo clavaba. O sea que ya tenía problemas y nadie se dio cuenta.
A los tres años y medio me operaron de la garganta. Me acuerdo patente que me sentaron arriba de una enfermera y que el médico estaba delante de mí. Me hizo abrir la boca y parece que yo no estaba preparada para operarme porque cuando me pusieron el aparato para sacarme las amígdalas, lo vomité todo de arriba abajo, se tuvo que cambiar el médico. Después no recuerdo más nada, parece que me durmieron. Cuando me desperté, me estaban esperando con helado. Fue lo más lindo. Yo soy loca por el helado y mis hijos salieron a mí, les encanta.
Seis veces entré al quirófano. A los trece, me operaron de apéndice. Me acuerdo que antes íbamos al cine los martes, que era para mujeres y fuimos todas mis amigas con mi hermana. Daban una película de Isabel Sarli que era prohibida para menores y no pudimos entrar por culpa de Mary que era flacuchita, las otras éramos más chicas que ella pero parecíamos más grandes. Entonces fuimos a la casa de Susana que tenía una planta de higos. Eran las dos de la tarde y al rayo del sol, me puse a comer higos. Ahí se me inflamó el apéndice, por comer higos calientes. Me acuerdo que le decía a mi mamá que corría y sentía una pelota, “no estaré embarazada?” le decía. Qué iba a estar embarazada! Hasta que a la semana, me subió fiebre y me llevaron al sanatorio evangélico. Ahí me pusieron el termómetro en la cola y me dejaron internada. Me acuerdo que mi mami me dejó sola para ir a buscar el camisón. Pero yo no tenía miedo, eh. Me quedé sola, lloré un poquito y después se me pasó. Lo que me pasó por comer higos calientes. Cuando me abrieron, me sacaron un quiste grande como una naranja. Yo pensé que no iba a poder tener hijos pero el médico me explicó que si me dejaba eso adentro y no me operaba, cuando fuera grande iba a tener barba y bigote, iba a trabajar en el circo, jaja. A los veinticuatro me operaron de hemorroides. Ahí no me pudieron dar la raquídea. Me hicieron poner como un gato enojado y no encontraban la vértebra. Entonces, el médico me mandó a hacer radiografías. El anestesista me dijo que yo había sido s primer fracaso. Al final, me pusieron anestesia local alrededor de la cola, sentí todo. “quédese quieta”, me decía el médico. Por eso es mejor la anestesia general, pero es más peligrosa porque si se pasan, te podés morir. Después quedé embarazada y, a los cuatro meses, perdí el bebé. Pasé otra vez por el quirófano, me hicieron un raspaje en carne viva, no sabés los gritos que pegaba, me acuerdo que con una jarra me echaban merthiolate, cómo ardía!!! Sentía cra cra cra, raspaban con una cucharita. Al tiempo, quedé nuevamente embarazada y lo volví a perder. Era un varón. Me ponían unas agujas grandes en la panza para sacar el líquido amniótico para ver si el feto estaba vivo, pero no, estaba muerto. Lo tuve por parto normal. Me daban quinina; cuatro sellos, uno cada media hora. Cuando tomé el cuarto, lancé una vomitada que llegó hasta la punta de la cama. Cuando salió, le dieron vuelta la cabecita para que yo no lo viera y no me quedaran recuerdos. Tenía rulitos, iba a ser como el padre… A raíz de eso, empezaron las peleas con mi pareja (gracias a Dios nunca me casé). Nos separamos.
Al tiempo, conocí a Miguel en una fiesta, en el bautismo del hijo de una compañera de trabajo que siempre me invitaba (yo trabajaba de cajera en un supermercado grande en San Justo). Enseguida nos juntamos, lo que no me había dicho es que era casado y que vivía con la mujer. Con él tuve a mis hijos, Sabrina y Walter. Hasta que se murió, fui diez años cornuda (la cornuda es la única que se entera jaja) pero viví una vida maravillosa con dos hijos maravillosos.

lunes, 19 de agosto de 2013

emma | eloísa oliva

El tatarabuelo de Emma Brown
nació en las grandes llanuras, las
oscuras y verdes junglas.
Cruzó el océano y fue vendido
al mejor pagador. Más tarde escapó
a una tierra nueva
de pinos y arces, de osos y gansos
salvajes.
El bisabuelo de Emma Brown se dedicó
a pelear contra el demonio, a purgar
toda ofensa
recibida en el cuerpo.
Su hijo y el hijo de su hijo
también fueron
predicadores obstinados
y rígidos.
Y Emma Brown, la única hija del
último hijo. De lunes a viernes
hace 9 años
cumple una rutina
en el quinto piso de la compañía.
En su chalecito del oeste
cada noche
mira soap operas
antes de dormir.
Los sábados recorre a pie
las ocho cuadras a la parroquia
donde canta, con calidez de contralto
un himno tras otro
hasta quedarse sin voz.
Los domingos lava su ropa
y los lunes
toma el ómnibus de las ocho y cuarto.
En la mañana de Winnipeg
las barredoras de nieve abren las calles
y los olmos
se estiran hacia el sol.



de El tiempo en Ontario
Ed. Nudista. Córdoba , Argentina.

lunes, 8 de julio de 2013

a sandra reinheimer | in memoriam

"a nuestra amistad la cosía la poesía, y lo seguirá haciendo."
raquel rubio


con la bruma y el salitre
despellejada hacia adentro
cuando me dijeron que era verdad
fue la última vez que creí

pilar lópez álvarez


vuélcame la pena 
y sacúdeme 
los alfileres
de este cinturón
que ya no ata
el fragmento se desgarra
hoy es rocío
y tu cuerpo arrebatado
el sinsabor de todos
la última vez que creí.

raquel rubio


detalles que ruedan
nudos
nuditos
filántropas
mujeres ahí
des-chapadas
des-tornilladas
la melancolía
la magia retorcida
de ramas
de hojas secas
viñetas 
de madera quemada
la melancolía 
con su voz
honda y grave
mujeres ahí
con oídos de pincel

hubo un disparo.

pilar lópez álvarez

viernes, 31 de mayo de 2013

abanderada del amor | esmeralda morales

De mi estómago salen dos laureles con un palo con un gorro colorado.
Coronados de gloria vivamos.
Soy una persona argentina. Una abanderada.
Tengo el escudo en el pecho. Y una bandera de tul. La bandera sin el sol. No ando en pie de guerra sino de paz.
El celeste del cielo, el blanco de la paz.
Busco la paz.
La conversación. La compañía. El compartir.
Soy una guerrera que busca la paz.
No quiero la sangre.
Quiero el amor.
Soy una guerrera del amor.
Del Amor.
El Amor es como un aire que nos envuelve.

El Amor nos une, como los huevos a la masa de la torta.

lunes, 6 de mayo de 2013

memoria de un ángel | victoria magaldo


Eloisa y yo paseamos juntas porque somos grandes amigas. Me pide recetas para cocinarle a la virgen (yo no sé si la señora come o se hace la que come para alabarnos a nosotras que el hacemos el maná. Yo nunca la vi ir al baño tampoco).
Un día nos sentamos en un banco del parque cerca del agujero por el que se mira a la Tierra. Desde arriba, tengo vista superior, puedo mirar la Tierra y ver hasta el centro del planeta. Se me dio por mirar a un boludo que estaba con la guitarra mirando al cielo. Boludeaba, como yo... La señora me dijo que era Hugo Lande y yo no sé quién será. Ahora estoy en misión en la Tierra. Buscar lo busco pero no lo encuentro.

miércoles, 13 de marzo de 2013

around the coke | marcela ramírez


Nací en el Río de la Plata, en el balneario de Quilmes Este. Mi nombre es Marcela Ramírez, Mélody, sufrí violencia familiar. Los perdono porque tengo amor a Saint Germain, a Jesús a Ibis Bombón Bombang y me considero superior, emperatriz del Peloponeso, me ilumina la llama violeta (que se forma por el rosa del amor y el azul del ángel). Trato de elevarme cuando estoy tranquila para rechazar las fuerzas siniestras, espiritualmente hablando. Me elevo en mis momentos espirituales, cuando estoy sola o con mi hija y de mi plexo solar fluye amor y luz.
Me arruiné las vías respiratorias porque mi papá y mi primo me llevan hojas de coca y las consumíamos entre los tres. Mi familia me ofreció hojas.

Milk milk
Lemanade
Around the coke
Chocolate cake.

Desde siempre llevo el karma de haber aceptado ese regalo. Me mantenía despierta y me ayudaba a pensar.
El problema es que yo las tendría que haber tomado a la mañana. Era muy chiquitita.

Tengo, tengo, tengo
Tú no tienes nada
Tengo tres ovejas
En una cabaña
Una me da leche,
Otra me da lana
Y otra me mantiene
Toda la semana.

Caballito blanco
Llévame de aquí
Llévame bien lejos
Donde yo nací.

***
Yo soy la marinerita
Niña bonita del regimiento
Que todos los soldados me saludan al momento
En guardia, me saludan y me dicen al pasar:
Si yo pudiera casarme contigo
Una mañana de porcelana,
Nos casaremos tú y yo.

***

Una vaquita
Dos vaquitas
Cuántas vaquitas viven aquí
Con la leche de las vaquitas
Se hace este dulce para mí



Llevo dos noches sin dormir, tengo que descansar. Las canciones que me canta mi hija

miércoles, 6 de marzo de 2013

los lobos | romina ávila



Hace muchos años en las montañas de Kambiar, habitaban dos familias que no se conocían entre sí pero quedarían unidas por un mismo destino.
Desde hacía mucho, Jack criaba solo a su hijo, Tom, ya que su mujer los había abandonado. Tom fue creciendo a su lado. Desde niño fue humilde y bueno.  Ágil, ayudaba a su padre a cortar leña en los bosques de las montañas.
Todas las noches, antes de dormir, Jack le contaba la leyenda de un lobo que habitaba en las profundidades del bosque tenebroso.
“Desde hace muchos años, en lo más oscuro de las montañas vive un lobo legendario. Nadie puede llegar a él porque todos temen no salir vivos. Tox, el lobo,  fue maldecido por una bruja. Quien sea mordido por él, se convertirá en una bestia.”
El padre seguía: “sólo el amor puede romper el hechizo y salvar a Tox y a sus víctimas”.
En el pueblo murmuraban que la bestia acechaba. Nadie abandonaba su casa a la caída del sol. Las noches eran oscuras y frías y sólo algunos aullidos rompían el silencio de luna llena.
Mientras Jack contaba la historia, desde lejos se oían gruñidos mezclados con el viento.  Así, cada noche, Tom caía en el sueño.
Desde que recordaba tuvo sueños extraños. Lobos habitaban sus noches y, al despertar, su corazón galopaba como un caballo desbocado.
Con el tiempo, Tom se hizo de amigos, hijos de otros aldeanos. Al cumplir diecinueve años, su padre le organizó una humilde fiesta y lo agasajó con una torta. Uno de sus amigos le regaló una escopeta de caza. Era costumbre de la región que los jóvenes salieran de cacería por las tardes.
Un día, Tom salió a cazar con otros muchachos de la aldea. Brian, uno de sus mejores amigos, había disparado a una gacela hiriéndola. Comenzaron a perseguirla. Entusiasmados se adentraron en el bosque más que de costumbre. Cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, Tom advirtió a sus amigos acerca de los peligros de ese lugar. Cuando miró hacia atrás buscando a Brian y los otros, Tom no halló a nadie. Estaba solo y la luna ya clareaba en lo alto del cielo.
Con su arma y su miedo a cuestas, corrió entre los árboles pero no halló el camino a la aldea.
Jack, entretanto muy asustado, salió en su busca pero no halló rastros de él.
Comenzaron los aullidos. Eran las estaciones del frío y Tom trató de hacer fuego para calentarse. Se recostó y se durmió al calor de las llamas. Al día siguiente, pudo regresar a su casa. Apenas lo vio, Jack se alegró pero su rostro se transformó de repente. Una gran mordedura marcaba el cuello de su hijo. Había sido luna llena.
El padre, alarmado, lo acompañó a su casa, lo acostó y le preparó una cena caliente.
Con el tiempo, el cuerpo de Tom se volvió más fibroso, ágil y fuerte. Su comportamiento cambió. Jack estaba horrorizado. Una tarde sorprendió a su hijo comiendo a dentelladas la carne aún tibia de un ciervo que, evidentemente, había cazado como un animal.
En el pueblo se comentaba que habría una gran celebración en honor a los dioses. Todos podrían participar con la condición de llevar una ofrenda. El padre se sorprendió al saber que Tom no pensaba asistir. Luego de discutir, el joven accedió sin muchas ganas.
En la fiesta, Tom, vagaba entre la gente desanimado. De repente, algo llamó su atención. Una joven bailaba en medio de una ronda. Sus cabellos dorados y sus ojos verdes brillaban en la noche reflejando el fuego que ardía en las lámparas. Su vestido blanco acompañaba sus movimientos. Tom nunca había visto tanta belleza. La comparó a las estrellas que brillaban en el cielo de verano. No podía dejar de mirarla. Tom era muy apuesto también. Sus ojos café eran profundos y Lucía sintió su mirada como una espada. Trató de disimular pero no podía sacarse de su cabeza esos ojos oscuros que la atravesaban.
El muchacho tomó coraje y, acercándose a la joven, le pidió que le concediera un baile. Bailaron toda la noche. Al terminar la fiesta, quedaron en encontrarse al día siguiente. Lucía sabía que no sería fácil ya que pertenecía a una de las familias más importantes de la región y pocas veces tenía la posibilidad de salir sola.
Con la ayuda de Brenda, su hermana menor, logró escapar de su casa. La hermana ayudaba a Lucía no porque la quisiera sino para saber qué estaba tramando; siempre había vivido bajo la sombra de Lucía. La envidia oscurecía su corazón.
Tom la había citado en un lugar muy importante para él. La esperaba detrás de un árbol y la sorprendió en medio del bosque. Lucía, asustada, gritó y él la abrazó y la besó con pasión. Al pasar el tiempo, cayó la noche. Había luna llena. Tox salió de cacería. No sabía que se encontraría con un adversario digno de su fuerza. La bestia escuchó a los amantes y comenzó la persecución. Acechado, Tom se convirtió en lobo. La pelea fue muy grande. Tox mordió a Tom, lo lastimó pero el muchacho siguió peleando. Tox mordía muy fuerte, Tom aún débil, sólo atinó a subir a Lucía a su lomo y adentrarse en el bosque. Tenía miedo de perder a su amada. Cuando su padre le contaba la historia, el descreía de ese monstruo del bosque. Ahora sólo pensaba en salvar la vida de la muchacha de las garras del otro. Lucía no podía creer en lo que veía. Era demasiado para ella. Cuando pasó la luna llena, Tom ya había recuperado su forma humana. Estaba malherido. Lucía decidió llevarlo a la casa del padre, Jack debía saber lo que le sucedía a su hijo.
Al escuchar la historia, el padre dijo que Tox era el último de su especie. No podía creer que aún quedara alguno. Aterrorizado ante la posibilidad de lo que le esperaba a su hijo, lloraba.
Lucía tuvo una idea. Si encontraban a la bruja que había maldecido a Tox, quizá ella pudiera salvar a Tom. El joven le dijo a su padre que se ocultaría en el bosque. Jack sollozaba y gritaba que no quería perderlo. Tom le dijo que se alejaran, que tenía un plan. Que lo hacía por su propia seguridad y porque no quería lastimar a gente inocente.
Apareció una noche en el bosque, amarró sus brazos a un árbol con una cadena. Aseguró sus manos y sus pies así cuando se transformara no podría lastimar a nadie. Al despuntar la luna llena comenzó a sentirse más fuerte. La noche murmuraba sobre el bosque. Cortó las cadenas y salió en busca de Tox para enfrentarlo en una lucha a muerte. La luna se ocultó tras las nubes, la noche se hizo espesa y la lluvia comenzó a caer. Anunciaban lo que iba a pasar. Los gigantes se encontraron cara a cara. Detrás de los árboles una luz más enceguecedora que los rayos bañó las frondas. Samira, la hechicera, vestida de blanco sobrevoló los árboles sobre su caballo alado. Quería presenciar el desenlace de la pelea final. Tox le reprochó lo que le había hecho. Lo había esclavizado, lo había llenado de oscuridad. Por primera vez rodaron lágrimas por las mejillas de la bruja. Le dijo que el amor que ella sentía por él aún abrasaba su corazón y que su desdén le había hecho conocer el dolor por eso lo había convertido en la bestia que era. Si no la amaba quedaría así por el resto de los días. Tox se lanzó a ella. Tom, conmovido por la historia, fue en su ayuda.
Tox aulló y de las montañas comenzaron a salir lobos. En todos esos años de furia y dolor, el gigante había estrechado vínculos con las manadas de la región que ahora acudían en su ayuda. Tox estaba muriendo y le pidió a Tom que lo ayudara. Las manadas se lanzaron contra Samira que las derribó con sus rayos. Apelando a sus recuerdos, a su odio, Tox se lanzó contra la bruja. La alcanzó y le mordió la garganta. Al terminar, él volvió a ser un hombre pero Tom no corrió la misma suerte. Malherido, Tox lo llamó y le dijo que nunca dejara de amar, que ahora ocuparía su lugar pero no cargaría con la oscuridad ni el odio. Así, Tom vivió en las montañas para siempre asomándose cada tanto a la aldea para ver a Lucía, su amor y a su padre quienes siguieron con sus vidas y vivieron felices hasta el fin de sus días.

FIN

miércoles, 20 de febrero de 2013

volver a casa | victoria magaldo



La virgen santa que está reinando en los cielos.
Qué algarabía cuando llegó.
Estábamos todos felices.
Había llegado la reina de las reinas.
No cabía en mí la alegría.
Eloísa preparó la mejor comida, yo preparé las mesas con flores, Gabriel estuvo presente con obsequios, Yamir estuvo de guardia.
El Señor le regaló un sol y un arco iris. Todos le regalamos una estrella, un lucero. 
Ella siempre me pide dulce de uvas.
Jesús, al ver a su madre la invitó con los apóstoles a la última cena. Mamá que estaba ahí, participó con ella. Había otros personajes. Era un banquete: el banquete celestial. Siempre pienso en si volveré a tener mis alas y me resigno a no tenerlas porque pienso en Hugo, voy a estar con él…
Y al que quiere celeste, que le cueste.