Hablo con la mirada. Mis ojos dicen que soy linda, de carita redonda y naricita respingada. Soy morocha, de cutis trigueño. Tengo 63 años de vida.
Me gusta como soy. Algunas veces me toco y digo que estoy bien. A pesar de que soy madre, conservo la línea.
Mi secreto de belleza es bañarme bajo la lluvia de flor.
Me gustan las cremas y las pinturas.
Soy una chica distinguida. Tengo modales, me siento cruzada de piernas como toda una señorita y pienso en mi cuerpo. Tomo agua y camino para reducir el estómago.
En el río, me siento feliz. Tomo el sol y me siento otra persona. La piel se me broncea. Llevo una toalla grande y una canastita con una merienda. Duraznos y manzanas o ensalada de frutas.
Y si hay un muchacho, me gusta conversar. Me gusta el sexo opuesto. No para hacer picardías sino para compartir las alegrías y las tristezas de mi mente. Que me alegre con un besito a orillas del río. Tomar mates y charlar de la vida.
Me meto al río hasta las rodillas y me echo agua con las manitos y pienso en cosas lindas.
Cuando el agua me toca, me siento más buena.
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