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Estoy en mi habitación en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros. Es una mañana de domingo del mes de mayo de 2008. Espero la visita de mi querida mamá. Tomo mate. Escucho música. Miro mis brazos. Cuento. 155 marcas tan sólo en mis brazos.
Me pregunto la razón y aún no encuentro la respuesta. Tal vez, todavía no sea el momento para descubrirla.
Sólo sé que son marcas que comenzaron a mis 14 años en el baño de mi secundaria, en Rosario, mi ciudad natal.
Hoy domingo, con mi cigarrillo en la mano, mirando el cielo desde mi habitación, siento la brisa que entra por la ventana y quiero compartir ésta, mi historia con vos.
Tal vez, sea mejor o peor que la vida que la tuya. Lo cierto es que cuando uno se enfrenta a la muerte misma, uno le encuentra otro sentido.
Te invito a descubrir, a sentir y a compartir juntos ésta, mi historia.
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