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"A través de la escritura me relaciono con todo." Marcela Ramírez





jueves, 28 de octubre de 2010

contertulios | marcela ramírez


Érase un cuento…

Érase un cuento…
Las nubes rosadas dijeron ¡Acampen, corderos!
Las ovejas, los corderos balaban y saltaban llamando a los ángeles.
El cielo se tornó de color rosado.
Entonces, de la inmensidad de la cúspide amarilla descendieron los coloridos ángeles. Uno dijo llamarse Uriel. Sus alas doradas, el cabello dorado y una luz superlumínica emanaba de su rostro. Emitía música con su arpa.
Al rato, descendió Zadkiel. Su vestidura, un manto violeta, su luz en el pecho era llama…
Destellos coloreados violáceos. Tocaba el clarinete.
Dijo:
― Yo soy la resurrección y la vida… Y el perdón! Y extendía los brazos.
Descendió desde la cúspide amarilla otro ángel. Éste llevaba vestiduras verdes. Tenía un rostro hermoso. Era anciano, de cabellera larguísima.
Dijo:
― Yo soy Rafael.
Y emitía música de guitarra.
Todo era una fiesta.
Con cánticos y una voz delicada descendía por una escalera una niña con su bandera y cantaba.
― ¡Por una escalerita de mi patria subiré! En una nubecita mi bandera pondré… ¡Dios es bueno, Dios es Santo!
La niña cantaba feliz y ascendía…
Los peldaños se dividieron en dos partes. ¿Qué escalera debía elegir?
Subió los peldaños de la derecha y el cielo se tornó en nubes oscuras, relámpagos, lluvia torrencial y la niña tembló por frío. El viento la despeinó y el frío la congeló…
Escarcha, nieve…
Seres extraños la esperaban mientras ascendía. Un aroma inmundo.
― ¡Qué asco!-exclamó.
Una mujer anciana, una bruja daba órdenes a los demás brujos deformes y grotescos y daba latigazos a todos. El fuego que encendió derretía el frío de la pequeña.
Puercos se revolcaban en ese lugar y la pérfida anciana llamó a los hombres:
― Traigan a la niña así comemos.
Y los zombies la buscaron brutalmente.
La niña, asustada, no comprendía.
En ese asqueroso lugar sólo se veía lodo, suciedad, perversión. Sólo se escuchaban los gritos y órdenes de la bruja.
Mientras los deformes zombies se arrastraban hacia ella, la niña cayó de rodillas. Cruzó las pequeñitas manos y en ese momento sonaron las campanitas, las arpas, las guitarras, los címbalos con entereza.
Protegió a la niña una inmensa luz y ella dijo a los zombies y a la bruja:
― En el nombre de la poderosa, rutilante y relampagueante espada azul de San Miguel Arcángel corta corta, libera y asciende! Corta toda situación con encarnados y desencarnados ­-mientras movía con sus pequeñitas manos la espada, el ángel azul se hizo presente.
Cabellera dorada, manto azul y capa azul. Su espada brillaba destrozando y cortando las cabezas de los perversos y salieron volando de ese lugar.
Volaban hacia arriba llenos de luz. Llegaron junto a la cúspide dorada. La esperaba su familia y se abrazó a su madre, su padre y su hermano…
― Te amamos -le dijeron.
Y los ángeles hicieron sonar hermosa música y bailaban todos de felicidad. Brindaron y cenaron cordero…
Y colorín colorín este cuento llegó a su fin.

 
foto: estefanía laviano

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